El
Don de Lenguas
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El Don de Lenguas es algo que se ha introducido en la mayoría de las
iglesias cristianas a partir de la década de los años 60 a través de las
iglesias pentecostales y evangélicas.
Es un
fenómeno que no conoce límites congregacionales o denominacionales. Hoy
en día se practica en la gran mayoría de las iglesias de la cristiandad.
Los
atentos modernos para recibir el “bautismo del Espíritu” del Nuevo
Testamento mayormente toman la forma de “el don de lenguas”. En la
mayoría de los círculos cristianos, como entre los Pentecostales,
Episcopales, Prebisterianos, Luteranos, Católicos, etc.; el hablar en
lenguas es llamado “glosolalia”, de las palabras griegas glosa (lengua),
y laleo (hablando). En estos mismos círculos cristianos es también
llamado como “Reavivamiento Carismático”, de “carisma”, un don de la
gracia de Dios.
Las
personas que han estado buscando el poder divino por este método
incluyen ministros de la mayoría de las denominaciones, estudiantes
universitarios, personas del mundo social, políticos, y otros.
Pero;
¿el Don de Lenguas de hoy es el mismo don del tiempo de los discípulos?
¿Las
Lenguas que se hablan hoy son las mismas que hablaron los discípulos o
diferentes? Las lenguas que hablaron los discípulos; ¿eran lenguas
extrañas, angelicales, o lenguas humanas? ¿Habló el Apóstol Pablo
lenguas angelicales?
Creemos que estas son preguntas legítimas que podemos hacer y que
debemos de responder. Mucho se ha hablado y escrito acerca del Don de
Lenguas; y cada persona puede y tiene una opinión personal acerca del
mismo. Pero debemos de permitir que sea la Santa Biblia la que realmente
explique este tema y tenga la última palabra. La Biblia es la palabra de
Dios; y por lo tanto es la máxima y la única autoridad en cuestiones de
doctrina. Permitamos que ella nos enseñe sus verdades. Aprendamos a
estudiarla con oración y cuidado. Comparando un texto con otro; notando
el contexto de los versos y estudiando el marco histórico del pasaje.
Así
que, permitamos que sea la Santa Palabra de Dios la que explique este
tema.
Para empezar nuestro estudio; leamos Mateo 3: 11: “Yo a la
verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras
mi, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él
os bautizará en Espíritu Santo y fuego.”
El
contexto de este pasaje, es la preparación por Juan el Bautista para la
misión de Jesús.
Juan
muestra y predice claramente que comprendía que su bautismo sólo
anticipaba la obra de Cristo y que Jesús bautizaría a sus discípulos en
Espíritu Santo y fuego.Los judíos conocían bien este término. David
había implorado: “No quites de mi tu santo Espíritu” (Sal. 51:11).
Isaías afirmó que Israel hizo “enojar su santo Espíritu” (Isa. 63:10-11)
y habló del “Espíritu de Jehová el Señor” que descansaría sobre el
Mesías (Cáp. 61:1).
El
fuego y el agua son dos grandes instrumentos purificadores naturales, y
es apropiado que se emplee a los dos para representar la regeneración
del corazón.
Notemos que esto sucede antes de Jesús comenzar su ministerio de 3 años
y medio.
Leamos Marc. 16:15-17: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad
el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será
salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a
los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas
lenguas.”
Notemos que esto lo dijo Jesús poco antes de ascender al cielo, 3 años y
medio después de la declaración de Juan el Bautista. Esto es muy
interesante. Notemos también que Jesús está hablando con sus once
discípulos (vers. 14, pues Judas se había suicidado).
Hasta ahora Jesús no les había dado el Don de Lenguas; los discípulos habían predicado el evangelio, aunque hasta ahora sólo al pueblo de Israel; habían hecho milagros y habían recibido el Espíritu Santo por parte de Jesús Juan 20:22: “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.”
Este
fue un cumplimiento preliminar y parcial de la promesa de los Cáp.
14:16-18; 16:7-15. El derramamiento pleno vino unos 50 días mas tarde,
en el Pentecostés.
Notemos un detalle interesante en
Hechos 1:4-5: “Y estando juntos,
les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa
del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mi. Porque Juan ciertamente
bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo
dentro de no muchos días.
Jesús
se está refiriendo aquí a lo profetizado por Juan el bautista en nuestro
primer versículo: Mateo 3:11. Leamos ahora los versos 6-9:
“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor,
¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: NO os toca a
vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola
potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas,
viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus
ojos.”
El
marco de tiempo en Marcos 16:15-17, es el mismo de Hechos 1:6-9. Oseas
que esto ocurre en el mismo momento, donde Marcos lo deja, el
autor de Hechos lo retoma y amplia.
Algo
que debemos notar es la secuencia de los lugares donde los discípulos
iban a ser testigos de Jesús predicando el Evangelio:
JERUSALEM,
JUDEA, SAMARIA Y HASTA LO ULTIMO DE LA TIERRA.
Jesús
va a derramar el Espíritu Santo sobre ellos para que ellos puedan ser
sus testigos y predicar el Evangelio en todo el mundo. Notemos que esto
es lo mismo que Jesús expresó en Marcos 16, describiendo el mismo
suceso.
Como ya hemos notado, esta promesa se iba a cumplir en el día del
Pentecostés.
Hechos 2:1: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes
juntos.”
Podríamos preguntar; ¿Qué era el Pentecostés? Habían tres fiestas
anuales: la fiesta de los Panes sin levadura, la fiesta de las
Primicias, y la fiesta de los Tabernáculos (Exo. 23:14); a las
cuales todo varón mayor de doce años debía de asistir, es decir, debían
hacer el viaje hasta el Santuario (Exo. 23:17; Deut. 16:16).
La
fiesta del Pentecostés era la fiesta de la cosecha del trigo, también
llamada fiesta de las Semanas (Exo. 34:22), de las Primicias (los
primeros frutos; Exo. 34:22; Nm. 28:26), de la Cosecha (Exo.
23:16) y, en los tiempos del Nuevo Testamento, de Pentecostés (Hec.2:1).
Lo que quiere decir que la ciudad de Jerusalén estaba llena de gente;
personas que habían llegado a la ciudad procedente de todas naciones
bajo el cielo.
Leamos Hechos 2:4-8 “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo,
y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que
hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de
todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la
multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su
propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no
son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos
nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?”
Aquí hay un problema serio; los discípulos
sobre los cuales fue derramado el Espíritu Santo eran “galileos” (Vers.
7); lo que quiere decir que los discípulos hablaban sólo Arameo y en
esta ocasión hay personas en la ciudad de Jerusalén de todas partes del
mundo que hablaban diferentes idiomas; judíos devotos que habían sido
dispersos entre todas las naciones, que mucho de ellos no hablaban mas
el idioma Hebreo o Arameo. ¿Cómo entonces los discípulos serían capaces
de predicar el evangelio a esta multitud? La predicación del evangelio
estaba obstaculizada por la barrera del idioma. Y, ¿Cómo resuelve Dios
el problema?; lo resuelve dándole a los discípulos la capacidad de
hablar otros idiomas, cumpliendo la promesa de Jesús en Marcos 16.
La
capacidad de hablar otros idiomas fue un don que se dio a los discípulos
con el propósito especial de que pudieran llevar el mensaje evangélico a
todo el mundo. Para la fiesta de Pentecostés se habían reunido en
Jerusalén peregrinos de los cuatro puntos cardinales (vers. 9-11). Estos
judíos de la diáspora quizás entendían suficientemente el hebreo como
para poder aprovechar los servicios del templo; pero posiblemente no
estaban en condiciones de entender el arameo, idioma cotidiano de los
discípulos.
Por
el bien de los discípulos y de aquellos que habrían de recibir el
mensaje por medio de ellos, el Espíritu Santo los capacitó para
proclamar el Evangelio con fluidez en los idiomas mas hablados por los
peregrinos.
Este fue un gran milagro, y cumplió una de las últimas promesas de Cristo.
Además facilitó que hubiera una gran cosecha ese día (Hech. 2: 41), y
tuvo efectos de alcance mundial en los años que siguieron. La narración
no nos dice si este don de hablar en otras lenguas fue permanente, pero
deberíamos tener en cuenta que lo que el Espíritu hizo una vez, es capaz
de repetirlo cuando sea necesario.
Notemos también que el Espíritu Santo dio a los discípulos no sólo el
don de hablar en otras lenguas, sino también el mensaje. Los discípulos
hablaron movidos por la conducción directa del Espíritu Santo.
Notemos que se citan mas de 14 naciones y por lo menos mas de 13
idiomas, dialectos, o lenguas diferentes; y cada uno de ellos los
escuchaba hablar en “nuestra lengua en la que hemos nacido” (vers. 8).
Esto no quiere decir que el don de lenguas fue impartido a los oyentes
para que entendieran lo que decían los apóstoles. Es cierto que Pablo
mas tarde reconoció la existencia del don de interpretación de lenguas
(1 Co. 12: 30; 14: 13, 27) pero parece ser bien claro que en el día de
Pentecostés el don fue concedido a los apóstoles, porque el Espíritu
Santo fue derramado sobre ellos.
Es
probable que cada orador hablase en una lengua diferente, según el grupo
al que se dirigía. Los que llegaban a la reunión sin duda buscaban en un
lado y otro hasta encontrar el grupo donde se hablaba su propia lengua.
De este modo muchas nacionalidades recibieron simultáneamente el
mensaje.
Ahora bien, es interesante notar que en el Libro de los Hechos se
menciona dos lugares donde se derramó el Espíritu Santo después del
Pentecostés y no se impartió el don de lenguas. Notemos:
Hechos 4:31: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados
tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo
la palabra de Dios.” ¿Por qué no se
impartió el don de lenguas aquí?
Los
que estaban reunidos aquí, eran todos judíos, hablaban una misma lengua,
estaban en la ciudad de Jerusalén y el Pentecostés con la multitud de
peregrinos de todas partes del mundo había concluido. Así que en esta
ocasión no se necesitaba el don de lenguas; pero sí fue impartido el don
del valor a todos los presentes, ya que se nos dice que todos ellos
hablaban con DENUEDO (valor, sin temor a las reprensiones y
repercusiones a que fueron sometidos Pedro y Juan). Como había ocurrido
en el día de Pentecostés, los discípulos otra vez fueron llenos del
poder del Espíritu. Recibieron la seguridad de que podían hablar con
valor las palabras que se les había ordenado proclamar.
Llenos de valor por medio del poder del Espíritu Santo, por el cual
habían orado, desde allí en adelante los apóstoles proclamaron el
Evangelio en todas las ocasiones y en todos los lugares donde hallaban
la oportunidad de hacerlo, sin hacer caso de cualquier tipo de amenazas
que se les hiciera.
EL ESPIRITU SANTO EN SAMARIA Y CESAREA
Notemos también Hechos 8:14-17: “Cuando los apóstoles que estaban en
Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron
allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos
para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido
sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el
nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu
Santo.”
Esto
ocurrió en la ciudad de Samaria, los samaritanos hablaban el arameo al
igual que los judíos y los discípulos, por lo cual tampoco era necesario
impartir el don de lenguas.
Pero ahora notemos el cambio que ocurre en Hechos 10: 44-47:
“Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre
todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que
habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los
gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.Porque
los oían que hablaban en lengua, y que magnificaban a Dios.
Entonces respondió Pedro: ¿puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?
Notemos que el mismo Pedro nos dice que
aquí se impartió el mismo don que a los discípulos. Pero; ¿por qué el
don de lenguas aquí?
Este
hecho ocurrió en la ciudad de Cesárea; también se le conoce como Cesárea
del Mar o Cesárea Marítima; esta ciudad era un puerto marítimo de gran
importancia desde el año 22 A.C.; tenia un puerto artificial del tamaño
del puerto de Atenas, construido por Herodes, el cual también construyó
en ella templos, un teatro y un anfiteatro, además de dos acueductos. La
nueva ciudad se llamó Cesárea en honor a Cesar Augusto y su puerto,
Portus Augusti. Su población era mayormente de sirios, y algunos judíos.
La ciudad fue la capital de Palestina y residencia de los gobernadores
romanos durante 2 periodos.
La
ciudad de Cesárea es mencionada frecuentemente en este libro de los
hechos, pues Felipe el evangelista vivió allí (8:40; 21:8). Otros
cristianos también vivieron en ella; durante los tiempos apostólicos
aparentemente existió allí una comunidad cristiana activa (21:16). El
apóstol Pablo pasó por la ciudad varias veces, ya se cuando se embarcaba
en su puerto para un viaje al extranjero (9:30) o al descender en el
puerto de vuelta (18:22; 21:8-16). Pasó 2 años en la cárcel de esta
ciudad, y se defendió ante Félix, Festo y el rey Agripa II.
En conclusión la ciudad de Cesárea era de gran importancia en la era
apostólica y a ella llegaban extranjeros de todas partes del mundo, los
cuales hablaban diferentes lenguas y por consiguiente, era necesario que
el Señor Jesucristo, dotara a sus discípulos con el don de lenguas para
poder proclamar el Evangelio eficientemente.
Hemos
de notar aquí que la conversión y bautismo de Cornelio señala el
comienzo de la obra misionera entre los gentiles. Dios capacitó a
Cornelio y a los que con él estaban para poder predicar el Evangelio a
toda nación, tribu, pueblo y lengua.
Hechos
11:15-16: “Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos
también, como sobre nosotros al principio. Entonces me acordé de lo
dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas
vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.” Notemos aquí que
Pedro señala la profecía de Juan el Bautista de Mat. 3:11; de que
Jesús bautizaría con agua y fuego, con el Espíritu Santo a todos
aquellos que creen en él. Jesús había prometido que esto ocurriría (Juan
14:26)
También la promesa específica a que Pedro hace referencia es la que se
encuentra en hech. 1:5, referente al bautismo del Espíritu Santo.
Cuando fue dada, a los discípulos les pareció que sólo se refería a
ellos. Ahora Pedro veía el don del Espíritu con una perspectiva más
amplia, como que también seria concedido a los que no eran de Israel.
EL ESPIRITU SANTO EN EFESO
Leamos ahora Hechos 19:1-6: “Aconteció que entre tanto que Apolos
estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores,
vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el
Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos
oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis
bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan
bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen
en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando
oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Y habiéndole impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.”
Esto
aconteció en la ciudad de Efeso, como nos dice el vers. 1. ¿Qué ciudad
era esta?
Efeso
era una ciudad del Asia Menor Occidental. Estaba situada en la unión de
varias rutas de intercambio dentro del mundo griego, y sobre el camino
principal de Roma hacia el Oriente. Adquirió importancia por su posición
estratégica; su gran templo, el centro del culto a la diosa Diana
(Artemisa); sus famosos libros de magia, los Efesia Grammata (Hech.
19:19); y el poder económico de su asociación bancaria
La
ciudad de Efeso era la Nueva York de su tiempo. A ellas llegaban y
salían personas de todas partes del mundo. Por eso era necesario aquí
también el don de lenguas.
Notemos que el Evangelio fue predicado por los discípulos como Jesús lo
había mandado en Marcos 16: JERUSALEM, JUDEA, SAMARIA Y HASTA LO
ULTIMO DE LA TIERRA. Los acontecimientos del Libro de los Hechos
revelan que así fue como fue esparcido el Evangelio, en el orden exacto
que predijo el Señor.
CONDICION PARA RECIBIR EL ESPIRITU SANTO
Lo que hemos analizado hasta ahora nos hace llegar a la conclusión de
que el propósito del don de lenguas es igual al propósito de todos los
dones de Dios: Suplir una necesidad, impartir poder, valor para
proclamar el Evangelio.
El
don de lenguas no es una evidencia de ser salvo, ni es el don mas
importante. Son los frutos del Espíritu Santo lo que nos dice que somos
salvos.
“Guardaos
de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas,
pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso
se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen
árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el
buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo
árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que,
por sus frutos los conoceréis. (Mat. 7:15-20).
Son los frutos producidos por el Espíritu
Santo en nuestras vidas los que testifican que tenemos a Jesús en
nuestros corazones y por consiguiente somos salvos.
La Biblia nos enseña que Satanás puede falsificar los dones del Espíritu Santo:
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día; Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de
mi, hacedores de maldad. (Mat. 7:21-23).
Es
interesante notar que Jesús declara dos clases de hacedores: los que
hacen la voluntad de su Padre, y los hacedores de maldad. Los hacedores
de maldad son cristianos pues vienen en el nombre de Cristo. Los
hacedores de maldad profetizan en el nombre de Jesús (don del Espíritu
Santo); echan fuera demonios (don del Espíritu Santo); y hacen muchos
milagros en el nombre de Jesús (dones del Espíritu Santo). Sin embargo;
cuando ellos hacían manifestaciones de los dones del Espíritu Santo, aun
en esos precisos momentos Jesús no los conoció. Entonces Satanás
falsifica los dones del Espíritu Santo; pero no puede falsificar los
frutos de un corazón arrepentido y entregado a Cristo Jesús; los frutos
de un corazón donde mora el mismo Jesús, pues donde esta Jesús, no hay
cabida para Satanás.
Nuestro Dios es un Dios práctico. El no va a dar un don si no va a
suplir una necesidad. Los dones del Espíritu son las herramientas que el
Señor da a cada uno de sus siervos para trabajar a favor de aquellos por
los cuales Cristo murió. Los dones del Espíritu capacitan al ser humano
para toda buena obra. “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el
Espíritu es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del
Espíritu para provecho.” (1 Co. 12: 4, 7).
Muchos pasamos por alto que hay una gran condición para recibir el
Espíritu Santo:
“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará
otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce;
pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros.
(Juan. 14:15-17).
“A
éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, par dar a
Israel arrepentimiento y perdón de los pecados. Y nosotros somos
testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha
dado Dios a los que le obedecen. (Hech. 5: 31-32).
La
condición para recibir el Espíritu Santo es obedecer a Dios y guardar
sus mandamientos. No podemos recibir los dones del Espíritu cuando no
estamos dispuestos a obedecer. El libro de los Hechos nos narra también
la historia de Simón el mago (Hechos 8); el cual había sido
bautizado por agua por Felipe. Cuando Pedro llega a la ciudad; todos los
bautizados fueron bautizados con el Espíritu Santo, menos Simón el mago.
Al leer esta historia podemos creer que Pedro hizo discriminación pues
no le impuso las manos a Simón el mago, pero; la Biblia nos relata que
la verdadera razón es que Simón el mago aunque había sido bautizado, no
se había arrepentido, pues el mismo Pedro le dice que se arrepienta. El
quería los dones del Espíritu Santo sin los frutos del Espíritu santo.
Lo mismo que Satanás en el cielo; quería el poder de Dios pero no el
carácter de Dios. En personas como Simón el mago se cumple lo de
Mateo 7:21-23.
EL DON DE LENGUAS NO ERA UNIVERSAL
Estos pasajes que hemos estudiado hasta
ahora (Hechos; caps. 2:4; 10:46; 19:6), son incidentes que ocurrieron en
un periodo de varios años. No hay evidencias bíblicas de que el don de
lenguas se había dispersado o que era una experiencia universal de la
iglesia primitiva. Que no era practicado universalmente por los
creyentes de la iglesia primitiva es evidente por las limitadas
ocurrencias en los periodos mencionados en el libro de los Hechos, así
también de estatutos específicos en las epístolas (1 Cor. 12:30; Heb. 2:
3-4). Cualquier conclusión de que el don de lenguas era universal en la
iglesia primitiva no está apoyada por el libro de los Hechos. Tampoco
podemos concluir que los ejemplos específicos de la recepción del don de
lenguas implicaba un poder espiritual añadido a la experiencia del
creyente.
Si como creen algunos que para la mayoría de los cristianos, el don de lenguas debería de ser la
experiencia normal del cristiano “lleno del Espíritu”. Si esto es la
realidad bíblica, entonces tenemos varios pasajes contradictorios
en el Nuevo Testamento que tenemos que explicar.
Muchos cristianos toman el pasaje de Lucas 24:49: “He aquí, yo
enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en
la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investido de poder desde lo
alto.”; para inferir que lo que Jesús quiso decir fue que tenemos
que “esperar a” que el Espíritu venga.
Así
que los cristianos hoy en día permanecen en oración, alabando y adorando
en largas reuniones, hasta que algo pase, y usualmente algo pasa tarde
en la noche. En otras palabras, el creyente decide que el va a buscar
fervientemente y obtener el don de lenguas. Obviamente Jesús ordenó a
sus discípulos a no predicar el evangelio hasta que ellos fueran
preparados por el Espíritu Santo, pero no necesariamente por o a través
del don de lenguas.
Es
cierto que tenemos que estar y ser “llenos del Espíritu” como lo expresa
Efesios 5:18, pero ni una sola palabra en el contexto, ni en todo el
capitulo, puede hacer justificablemente que este versículo signifique o
quiera decir, “decídete a buscar, esperar, trabajar, por el Espíritu, y
tú hablarás en lenguas”. Ni siquiera implica que el don de lenguas sea
la experiencia normal de cada creyente.
Cuando analizamos el libro de Efesios, los capítulos 5 y 6, encontramos
que el apóstol Pablo esta hablando que el cristiano debe andar “en amor”
(5:2), como su vida diaria en Cristo, la cual envuelve pureza moral,
buenas palabras, y apartarse de las obras de oscuridad, alerta a las
señales de los tiempos, sobriedad, acciones de gracias, una relación
matrimonial feliz, funcionar como miembro activo del cuerpo de Cristo,
honrar a los padres, y en general estar de pie y sin temor ser un
testigo fiel de Cristo. Ni una palabra del don de lenguas para estos
creyentes.
Sino que el apóstol enfáticamente dice: “Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad.”
EL DON DE LENGUAS COMO NORMA CRISTIANA
El libro de los Hechos ha sido llamado “Los Hechos del Espíritu Santo”
porque el lanzamiento del evangelio de Cristo a todo el mundo, es en
este libro enfatizado como el trabajo del Espíritu Santo a través de
hombres y mujeres dedicados al Señor. Deberíamos de esperar que este
libro, de todos los libros del Nuevo Testamento, nos de una respuesta
clara a la pregunta de si debemos de tener el don de lenguas como la
experiencia normal de la vida cristiana.
Lo
que encontramos es que la palabra griega “glosa” (lengua, lenguaje), es
usada 6 veces en el libro de los Hechos. Dos de estos textos (Hechos
2:3, 26), no hacen referencias al don de lenguas, sino que sólo 4 veces
en los 28 capítulos del libro de Hechos es que se hace referencias a
este don (Hechos 2:4, 11; 10:46; 19:6).
Lo
que es interesante es que las primeras dos referencias de estas cuatro
se refieren al mismo evento, Pentecostés. Quiere decir que como mucho
tres incidentes del don de lenguas están registrados en el libro que
narra la historia de las acciones de la iglesia primitiva. Además, no
hay referencias al don de lenguas en ninguno de los cuatro evangelios.
Pero analicemos un poco mas este asunto. En el día de Pentecostés, se
convirtieron 3000 personas
(Hec. 2:41-42). Y también en Hechos 2: 47 otras personas son mencionadas:
“Alabando
a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día
a la iglesia los que habían de ser salvos.” También en Hechos 4: 4
como 5000 conversos son mencionados. Después de esto se declara en
Hechos 6:7: “Y crecía la palabra del Señor, y el numero de los
discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de
los sacerdotes obedecían a la fe.”
¿Toda
esta multitud de conversos de la iglesia primitiva recibieron el don de
lenguas como norma de la vida cristiana? Aquí la Biblia guarda silencio.
Ellos tenían el don del Espíritu Santo sobre ellos, pero no el don de
lenguas. Pero si leemos sin embargo en Hechos 4:31: “Cuando
hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos
fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban denuedo la palabra de
Dios.”
Lo
que necesitamos hoy es más santa valentía para predicar el evangelio de
Cristo a un mundo que perece, en vez de exhibiciones de éxtasis.
Cuando analizamos detenidamente los milagros y los eventos extraordinarios en el libro de los Hechos, observamos que el Espíritu Santo estaba trabajando poderosamente. Sin embargo no se menciona la experiencia del don de lenguas. (Hechos 3: 1-11; 6:3-8; 9:36-42; 16:25-34; etc.).
Tomemos ahora los personajes del libro de los Hechos, aparte de Pedro y
Pablo.
Estaban por ejemplo, Esteban, Judas, Agabos, Simeón, Felipe, Silas, Timoteo, Barnabas, Lidia, Dorcas, Crispos, Apolos, Aquila, Priscila, por mencionar algunos. Estas personas hicieron un trabajo excepcional para el servicio del Señor, pero no sabemos nada del don de lenguas en ninguno de ellos.
Que
excitante y sensacional hubiera sido el libro de Hechos si el don de
lenguas hubiera estado presente en cada creyente. Pero esto,
evidentemente no era el propósito de Dios.
Aparte de la evidencia presentada del libro de los Hechos, y de la que
estudiaremos en la primera epístola a los Corintios, no se menciona nada
más del don de lenguas en el Nuevo Testamento. Esto es muy
significativo.
Pero no por eso podemos minimizar la importancia del Espíritu Santo en la vida cristiana.
LA NECESIDAD DEL ESPIRITU SANTO
Jesús le dijo a Nicodemos, “De cierto,
de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no
puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5). Esta es una
referencia a “nacer de nuevo”, como en el verso 3; y en el versículo 8
esta experiencia es difícil de explicar. Esto es un cambio milagroso en
la persona que confiesa sus pecados y recibe a Cristo como su salvador,
como se recalca en Efesios 2:5.
Para
estas personas convertidas a Jesús, cuando él ascendió a los cielos les
prometió la presencia permanente del Espíritu Santo.
Juan 14:26.
El
propósito del Espíritu Santo es impartir en el creyente la realidad de
la presencia de Cristo, glorificar a Cristo en la vida cristiana,
enseñar y guiar en las sendas de la verdad. (Juan 16:7, 8, 13, 14).
El Espíritu Santo “revela las cosas profundas de Dios” al creyente (1
Cor. 2:10), sella al creyente como posesión o propiedad de Dios (Efe. 1:13),
y nos asegura y garantiza la presencia de Cristo con su iglesia “aun
hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20; Ju. 14:21-23)
Por
consiguiente los creyentes deben de ser hombres y mujeres poseídos por
el Espíritu, (Ro. 8:9). Pero en ninguna de estas y otras referencias del
trabajo del Espíritu Santo en la vida del creyente encontramos la mas
remota implicación en ninguna forma al don de lenguas, Pablo
específicamente estableció que “el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra
tales cosas no hay ley.” (Gal. 5:22-23). Los cristianos que muestren
en sus vidas estos frutos gozarían de “justicia, paz, y gozo en el
Espíritu” (Rom. 14:17).
Deberíamos de comparar los frutos del Espíritu en Gálatas 5:22-23
con los nueve dones del Espíritu en
1 Corintios 12:4-10. Se lo dejo de tarea.
En el Nuevo Testamento hay una gran cantidad de enseñanzas acerca de la
persona y función del Espíritu Santo, pero con las pocas excepciones que
hemos mencionado, hay casi nada acerca del don de lenguas. Estos primero
cristianos fueron por todo el mundo predicando el evangelio; ellos
fueron testigos “hasta la muerte” de y por Cristo; enfrentaron
hostilidad, persecución en todas partes; ellos pusieron al mundo “de
cabeza” (Hechos 17:6), todo esto por el poder del Espíritu de Dios.
Pero
unos pocos, una muy pequeña minoría, un numero muy diminuto, fueron
escogidos por Dios para ejercer el don de lenguas. Esto enfatiza que
este don no fue tan importante después del inicio de la predicación del
evangelio.
No solamente en el libro de los Hechos se habla de los dones del Espíritu Santo; también en la Epístola a los Corintios se toca el tema del don de lenguas; por lo cual seria útil para nuestro estudio revisar estos pasajes y así captar la verdadera relación del don de lenguas a través de toda la Biblia.
Desarrollemos primero el marco histórico de la ciudad de Corintios y por
qué Pablo escribe esta carta:
Corinto era una importante ciudad comercial, situada en una encrucijada
de rutas marítimas. Floreció en ella el flagelo del libertinaje, hasta
el punto que el mismo nombre de la ciudad se convirtió en un sinónimo de
sensualidad. El verbo “corintianizar” significaba libertinaje
desenfrenado.
Cuando se comprende cómo era la religión de Corinto, es evidente la
maravillosa gracia de Dios que venció a las fuerzas del mal y estableció
una iglesia de santos regenerados en esa ciudad de tan mala fama. La
deidad principal era Afrodita, la diosa del amor en su forma más inmoral
y de la pasión desenfrenada, por lo que no es difícil imaginarse el
efecto de esta edificación de la sensualidad. El templo de Apolo estaba
construido en la ladera norte de la Acrocorinto. Mil bellas jóvenes
actuaban como prostitutas públicas ante el altar de la diosa del amor.
Eran sostenidas mayormente por extranjeros, y la ciudad, como producto
de su inmoralidad, obtenía un ingreso seguro.
W. D. Chamberlain expresó: “Si el Evangelio pudo triunfar en Corinto, puede vencer cualesquiera que sean las circunstancias.” Tres años después de la fundación de la iglesia y durante la ausencia de Pablo, surgieron numerosos problemas que demandaban la atención del apóstol; esto lo sabemos por la misma epístola. En primer lugar, algunas facciones habían debilitado la iglesia.
Debido a la elocuencia y conocimiento de Apolos, muchos de la iglesia lo
habían ensalzado por encima de Pablo (1 Cor. 1: 12; 3: 4; Hech. 18:
24 a 19: 1). Otros se jactaban de que no eran seguidores ni de Pablo
ni de Apolos, sino de Pedro, uno de los apóstoles originales (1 Cor.
1: 12). Otros afirmaban no estar unidos a ningún dirigente humano, y
profesaban ser seguidores de Cristo (1 Co. 1: 12).
Además, como los miembros de esa iglesia vivían en medio de la disoluta
población de Corinto, muchos que habían renunciado a sus caminos de
impiedad recayeron en sus antiguos hábitos de vida (cap. 5). La iglesia
también se había desacreditado debido a que los cristianos llevaban sus
pleitos a los tribunales seculares. La Cena del Señor se había
convertido en una ocasión de comilonas (cap. 11: 17-34). Asimismo
habían surgido preguntas en cuanto al matrimonio y problemas sociales
relacionados con él (cap. 7), en cuanto al consumo de alimentos
sacrificados a los ídolos (cap. 8) y acerca de la debida conducta de las
mujeres en el culto público (cap. 11: 2-16). También se entendía mal la
función adecuada de los dones espirituales (cap. 12-14). Algunos eran
escépticos en cuanto a la realidad y la forma de la resurrección (cap.
15).
Pablo recibió de Apolos informaciones en cuanto al estado de la iglesia
de de Corinto, y cuando surgieron divisiones en la iglesia, Apolos se
retiró. Cuando éste estuvo con Pablo en Efeso, el apóstol lo instó a que
regresara a Corinto; pero no tuvo éxito. Otros que informaron a Pablo
fueron los de Cloé (cap. 1:11) y también algunos que probablemente
formaron una delegación: Estéfanas, Fortunato y Acaico (cap. 16:17). La
situación era tal que causó serios temores a Pablo. El ya había escrito
una carta a la iglesia (cap. 5: 9), y hay la posibilidad de que hubiera
visitado brevemente a Corinto durante su permanencia en Efeso (2 Cor.
13: 1). También había enviado a Timoteo (1 Cor. 4: 17; cap. 16: 10) y a
Tito a Corinto (2 Cor. 2: 13). Además, redactó la epístola a los
Corintios.
Este breve marco histórico nos presenta a la iglesia de Corinto con
serios problemas doctrinales a los cuales el apóstol Pablo tuvo que
hacer frente, ya que toda la iglesia había sido afectada por ellos: “Porque
he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé,
que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de
vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de
Cristo.” (1 Cor. 1: 11-12). Es en este contexto de malas prácticas
y mal uso de los dones espirituales que el apóstol Pablo nos habla del
don de lenguas. Analicemos:
En el capitulo 12 de Corintios, el apóstol Pablo comienza a hablar de
los dones espirituales que el Señor ha impartido a su iglesia; notemos
los primeros dos versículos:
“No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos.”
El
apóstol Pablo anhelaba que los corintios no se engañaran acerca de la
verdadera naturaleza de los dones espirituales y el uso correcto de los
mismos en la iglesia.
La necesidad de aclarar este tema sin duda surgió por el hecho de que los corintios hacia poco que se habían separado del paganismo, como dice el verso 2; por esta causa habían estado sin conocer la revelación del verdadero Dios y la influencia del Espíritu Santo. En el versículo 4, el apóstol nos enseña que hay diversidad (diferentes) de dones; observemos la lista y el orden que Pablo enumera:
Pablo no da un orden, ni preferencia, ni importancia específicos. Para
él, los dones son todos iguales de importantes; y nos especifica en los
versículos 11-14 el verdadero significado de los dones. “Pero todas
estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en
particular como él quiere. Porque así como el cuerpo es uno, y tiene
muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son
un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque por un solo Espíritu
fuimos todos bautizados en un cuerpo, san judío o griegos, sean esclavos
o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además el
cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.”
Es evidente por estos versos, que la
finalidad de los dones del Espíritu Santo es para unir y santificar a la
iglesia. Pablo compara la diversidad de los dones impartidos por el
Espíritu Santo a los miembros del pueblo de Dios con el cuerpo humano.
Entonces en este capitulo el apóstol Pablo nos habla del don de lenguas y no le da ninguna preferencia sobre los demás dones. En 1 Corintios 12:3 el apóstol dice: “Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.”
Las
palabras en itálicas—en pneumati theou lalon—se asemejan a las mismas
palabras usadas por el apóstol en 1 Corintios 14:2; usadas en este verso
para el don de lenguas.
Parece increíble que una persona pretendiera hablar en lenguas y llamar anatema (maldición) a Jesús, pero aparentemente esto sucedió en Corintos, probablemente por paganos en la presencia de un nuevo creyente bajo el disfraz de ser cristianos verdaderos y con los dones del Espíritu.
En la iglesia de Corintos el apóstol no recomienda o magnifica el don de
lenguas en comparación con otros dones. Primeramente él exhorta a estos
cristianos a practicar la caridad, o el amor. “Si yo hablase en
lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que
resuena, o címbalo que retiñe.”
(1 Cor. 13:1). Estas “lenguas humanas y angélicas” son usadas en lenguaje retórico, usadas para enfatizar el amor como un don de mayor importancia que cualquier otro. El apóstol aquí no esta afirmando ni siquiera insinuando que él hablaba lenguas angélicas. En la última mitad del capitulo (versos 8-18), el apóstol apela a la naturaleza del amor, y hace la siguiente comparación:
Así
que el primer énfasis es en la naturaleza temporal de las lenguas, y no
en su trascendencia sobre otros dones del Espíritu. En la iglesia de
Corintos evidentemente hubo un marcado énfasis y hasta abuso del don de
lenguas. Un cristiano bajo la influencia de cualquiera de los otros
dones no es menos poderoso, importante o mas bajo a la vista de Dios,
que uno donde aparezca el más espectacular don de lenguas. Era a lo
mejor el don más deseado porque era el más “visible” a la vista de
todos, y se le veía como la marca o la prueba de que su poseedor tenía
el Espíritu Santo. El mismo énfasis se le da hoy en día. Para los
cristianos de nuestra era, el don de lenguas simboliza el bautismo
visible del Espíritu Santo. Y pobre del cristiano que aunque sea por un
momento, en su vida cristiana, no hable en lenguas. Se cree que el no
hablar en lenguas es una señal de la falta de conversión de la persona.
Vale la pena mencionar que el don de lenguas es mencionado casi al final
en las dos listas de los dones que se da en 1 Corintios 12:8-10, 28-30.
Si pudiéramos hablar de preeminencia de dones, entonces el amor divino
como don de Dios es el más importante de todos.
El don de lenguas en el libro de Hechos fue otorgado como un poderoso instrumento divino para y en una ocasión única de la historia de la iglesia, y no causó confusión ni contención entre los creyentes. Sin embargo, el don de lenguas en Corintos ciertamente creó serios problemas en la iglesia, y algunos de esos problemas aun permanecen en las iglesias hoy.
El
don de lenguas fue en Corintos acompañado del don de interpretación de
lenguas.
(1 Cor.12:10). ¿Significa esto la interpretación de un idioma extranjero? Si es así, entonces esta situación es similar a la del Pentecostés. O, ¿esto se refiere a un idioma del Espíritu, conocido solo por Dios, quien por consiguiente da a otro miembro de la iglesia el don de interpretación?
En 1 Corintios 14:2, 4, 13, 19, 27, la palabra “desconocida”
esta omitida, no existe en el original, fue añadida por los traductores;
pero esto no resuelve el problema cuando observamos la última parte del
versículo 2: “Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres,
sino a Dio; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla
misterios.”
Esto
ha llevado a muchos a la conclusión de que hay un misterioso lenguaje
del Espíritu, el cuál nadie además del recipiente del don puede
entender. Aunque no traductor es necesario y Dios es glorificado. Sin
embargo, Pablo parece contestar esto diciendo: “Así también vosotros,
si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿Cómo se
entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire. (1 Cor. 14:9).
Entonces él procede a restarle enfasis el don de lenguas diciendo: “Así
también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar
en ellos para edificación de la iglesia.” (1 Cor. 14:12). El deseo
de la manifestación del Espíritu, estriba en deseo de edificar a la
iglesia por la cual Cristo entregó su vida y derramó su Santo Espíritu,
para purificarla y entregarla a Dios “como una esposa, santa, sin
manchas ni arrugas”.
OTRAS CARACTERISTICAS DE LOS DONES EN CORINTOS
Pablo estaba impresionado por la falta de edificación en algunas de las
prácticas en la iglesia de Corintos. Así leemos en 1 Corintios 14:26,
“¿Qué hay, pues hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros
tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene
interpretación. Hágase todo para edificación”.
Estos
corintios impulsivos, los cuales no tenían el formato de la doctrina
hebrea y tenían una falta de reverencia en sus cultos de adoración,
estaban deseosos de participar en los servicios de la iglesia. Algunos
les gustaba adorar con himnos (salmos), otros tenían aptitudes de
maestros, aun otros querían comunicar algún conocimiento que ellos
sentían que habían recibido de Dios, y las lenguas e interpretaciones de
lenguas también eran prominentes en la iglesia. Estos corintios era
apasionados, contenciosos, y a veces inmaduros. Evidentemente habían
momentos en que su pasión y deseo eran bien marcados, y esto condujo a
la exhortación de Pablo de que todas las partes del servicio de
adoración debe de ser edificante y decentemente en orden. (1 Cor.
14:40)
“Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las
iglesias de los santos. (1 Cor. 14:33)
Parece ser que estos miembros de iglesia deseaban
probar que las exhibiciones de éxtasis en los sermones de adoraciones
paganas podían también ser duplicados en la adoración cristiana.
Emociones incoherentes y un comportamiento fuera de lo normal eran
usados por los inconversos en el servicio de adoración cristiano.
Cualquiera que fuera la razón, estos cristianos en Corintos fueron
amonestados por Pablo de que retuvieran sus emociones en el uso del don
de lenguas. Aparentemente mucho de ellos vieron este don como superior y
por encima de los otros dones. Esto condujo a Pablo a decir, “Así que,
las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos;
pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes.
Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? (1 Cor. 14:22-23)
Es
interesante notar, que esto es lo mismo que ocurre hoy en día en las
iglesias que practican el don de lenguas.
ALGUNAS CONCLUSIONES
Estamos listos para formular algunas conclusiones acerca del don de
lenguas en Corintos.
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domingo, 2 de noviembre de 2014
El Don de Lenguas
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